Allí se encontró con un lugareño de San Martín de Castañeda. Le preguntó si estaba preparado, a lo que el montañero respondió afirmativamente indicándole todas las cosas que tenía en la mochila: comida, agua, cámara de fotos, mapas, etc...El lugareño le preguntó que si tenía también lo más importante: "¿ Tienes realmente ganas de alcanzar tu objetivo, cueste lo que cueste ? ".
"Sí"-respondió nuestro amigo.
"Entonces lo conseguirás".
Poco después comenzó su marcha, y rápidamente se encontró con algunas de las típicas vacas de la zona
La ruta era muy larga, y requería mucho esfuerzo y ganas de subir. El sol calentaba mucho, y rápidamente le entró sed, aunque como se había preparado llevaba una cantimplora que le permitió aliviar su sed.
Siguió caminando un buen rato, y de pronto divisó su objetivo al fondo del todo:
Entonces se desanimó muchísimo, pues parecía que nunca podría llegar a la cima. Siguió caminando un rato y a punto estuvo de darse la vuelta. "Creo que no lo conseguiré nunca" - pensaba.
Al poco se paró a descansar al lado de un puente:
Allí aprovechó para beber y comer un poco, y apareció una chica que estaba también haciendo senderismo. Compartió con ella un poco de su comida y hablaron un rato. "Ella precisamente bajaba de Peña Trevinca". Él le dijo que veia muy complicado poder llegar, y que estaba a punto de darse la vuelta, pues nunca llegaría"
- "Tienes que ser optimista y tener ánimo para poder llegar arriba y conseguir tu objetivo" - le dijo la mujer.
- "Pero no es fácil, sobre todo ahora que estoy tan cansado y me duelen tanto los pies"- respondió él.
- "Tú sigue adelante, y piensa en positivo. Yo estoy segura de que vas a llegar".
Esas palabras le dieron mucho ánimo, y poco después emprendió de nuevo su camino.
Después de unas horas de marcha llegó a la falda de la montaña. Era hora de comenzar el ascenso.
El desnivel era muy grande, y él se acordó de lo que le dijeron el lugareño y la chica, y pensó que si iba poco a poco, sin prisas, y con ánimo, podría llegar a la cima.
Eso hizo, y aunque iba despacio se iba acercando a su objetivo, y aunque a veces se le quitaban las ganas, él seguía adelante.
Casi no se lo podría creer, pero finalmente alcanzó la cima de Peña Trevinca: la montaña más alta de Zamora.
Allí estuvo un rato pensando en lo que había hecho y hablando con otros montañeros.
"Es tan importante haber llegado hasta aquí como poder bajar y llegar al punto de partida"-le dijeron.
Se acordó de esto y de lo que le contaron sus otros amigos, y emprendió el camino de regreso, volviendo un instante la vista atrás hacia la montaña
Unas horas más tarde llegó de nuevo al punto de donde partió, y mientras estaba guardando las cosas en el coche, apareción de nuevo el lugareño del principio.
- "¿ Llegaste a Peña Trevinca ? " - le preguntó.
- "Sí, gracias a tu ayuda y a la de otras personas" - le contestó el montañero.
- "Me alegro".
Estuvieron hablando un rato más, y cuando el lugareño ya se alejaba el senderista le llamó y le dijo:
- "¿ Sabes ?. Realmente no era mi objetivo subir a Peña Trevinca. Tengo otra cosa más importante como objetivo, pero viendo que he sido capaz de subir a esta montaña, estoy seguro de que lo voy a conseguir.
- "Estoy convencido de que con ganas y ayuda de los demás lo vas a conseguir. Nos vemos en otra ocasión".
Pasó el tiempo, y nuestros dos protagonistas se encontraron, en esta ocasión en la orilla del Lago.
- "Ahora sí te puedo decir que alcancé mi objetivo de verdad"-le dijo el montañero.
- "Te lo dije. Me alegro mucho."
Allí estuvieron hablando un buen rato hasta que anocheció. Estuvieron disfrutando de otro atardecer en el Lago de Sanabria.
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